lunes, 29 de noviembre de 2010

SEGUNDAS PARTES ¿NUNCA FUERON BUENAS?

Siempre se recomienda dejar las puertas abiertas en todas las compañías de las que uno sale por lo que pueda pasar, porque nunca se sabe donde volverá a acabar uno a nivel profesional. Si que es cierto que esto a veces es imposible porque, por mucho interés que pongáis vosotros, también lo tienen que poner las empresas.
De todas formas, siempre he pensado que esto tenía algo de hipocresía. Todo es de cara a la galería porque, a la hora de la verdad, muchas empresas no quieren que los trabajadores que se fueron de ellas vuelvan porque piensan que si ya lo hicieron una vez, ¿No lo volverán a hacer?
Por otro lado, los trabajadores que han abandonado la empresa por su propio pie o bien, tendrán que estar muy necesitados para volver a llamar a esa puerta o, por el contrario, las razones que les motivaron a irse deberán de haber cambiado para replantearse volver seriamente. Lógicamente, aquellos trabajadores “invitados” a abandonar la empresa, creo que raramente, volverán a tener futuro en esa empresa, a no ser que haya razones extremas que hayan llevado a la empresa a tomar esa decisión (expediente de empleo…).
Pero a veces no es el candidato el que acude a la empresa, sino ésta a él. En este caso, la parte tanteada va a tener el poder de la negociación si sabe hacerlo de forma adecuada.
Lo primero que debéis preguntaros si alguna de vuestras anteriores empresas os intentan reclutar de nuevo, es ¿Qué os impulso a abandonar esa empresa? Y luego continuar con esta ¿Han cambiado las cosas que os animaron a iros?
La decisión de volver dependerá mucho de aquellos motivos; si por ejemplo fueron razones exclusivamente económicas, tiene fácil solución. Es decir, si os ofrecen la cantidad económica deseada tenéis camino libre, aunque antes de dar un sí precipitado, debéis analizar ¿Por qué ahora os lo ofrecen y no cuando dijisteis que os ibais? Si os consideraban un trabajador valioso, habrían intentado reteneros por todos los medios y quizás ahora les interese que volváis porque vuestro rol va a ser otro. Así que investigad todo para no llevaros sorpresas.
Si por el contrario, los motivos que os impulsaron a iros fueron motivos organizacionales, de gestión o incompatibilidad de caracteres con algún mando directo o superior, debéis pensároslo dos veces porque hay cosas que nunca cambian, por mucho que os lo quieran vender así. A veces, esa persona con la que había confrontación ya no está. Es decir, si por ejemplo, el motivo por el que os fuisteis fue vuestro superior jerárquico y éste continua en la organización, lo tendréis complicado, independientemente de que dependáis o no de él. ¿Quién os dice que no va a haber confrontación?
Antes de volver a la compañía, debéis ser claros y plantear el tema abiertamente preguntando claramente si lo que os preocupa ha cambiado. Y en función de lo que os digan, podréis actuar en consecuencia porque partís con la ventaja de que ya conocéis a esa organización y sus personas. Además, siempre tendréis aun conocidos en ella que os podrán poner al día respecto a si determinadas cosas han cambiado o no. Lógicamente, la decisión final también dependerá de cual sea vuestra situación a nivel laboral.
Si por el contrario algún trabajador que se fue de vuestra organización llama de nuevo para pediros trabajo, antes de dejarle vía libre, debéis plantearos: ¿Por qué vuelve a tener interés ese trabajador en vuestra empresa? Luego continuar analizando ¿Qué motivó que se fuera? Y por último ¿Qué valor aportaba a vuestra compañía?
Por supuesto, va a depender mucho también vuestra decisión de las necesidades de personal que tengáis en vuestras filas. No se va a prescindir de otro trabajador por volver a recolocar a un profesional que ya os dejó en una ocasión. En el hipotético caso de que tuvieseis alguna vacante que encajase con su perfil, debéis hilar fino y hablar largo y tendido con él para ver los motivos reales que le hacen querer volver a vuestra compañía y evitar que os pueda dejar de nuevo en la estacada, aunque eso es imposible de saber a ciencia cierta, así que os tendréis que guiar por el conocimiento que ya tenéis de ese trabajador. Si no os quedan claras sus razones de cambio de opinión, debéis preguntaros si merece la pena arriesgaros. Porque la actitud que tenga es vital para poder apostar de nuevo por él o no.
También se tendrá en cuenta el rendimiento que aportaba al conjunto de la compañía. Si era realmente bueno igual deberíais ser egoístas y mirar por la empresa para sacarle a partir de ahora el máximo partido, planteándoos las cosas con él de otra forma para evitar que vuelva a irse. Por ejemplo, se le pueden dar más responsabilidades y concesiones para que pueda sentirse completo en vuestra empresa.
Las razones por las que se fue (o prescindisteis de él) son clave. Habrá que tener presente que la gente no cambia de la noche a la mañana aunque pongan mucho de su parte. Imaginaros que prescindisteis de un trabajador porque se “escaqueaba” constantemente de sus tareas, a pesar de tener buen perfil; el volver a contar con él, puede ser un error porque ese tipo de cosas no varían y os traerá a la larga más problemas que beneficios.
A la hora de negociar, si se os tantea para entrar a trabajar en la organización, siempre podréis presionar más. Eso sí, habrá que jugar bien las cartas, sin pasarse, si es que tenéis un interés real. A veces se dan casos que las negociaciones son simplemente para sacar información porque en realidad tienen claro que no les interesa. En caso de ocurrir esto lo mejor es ser claro para no crear falsas esperanzas a la otra parte.
Si son los trabajadores los que os llaman a las empresas, tenéis más ventaja que al contrario porque el trabajador es conocedor de su posición inferior y que tendrá que avenirse a vuestras condiciones. De todas formas tengo que comentar que tampoco es adecuado abusar de la posición dominante que se pueda tener porque, ante todo, hay que ser justo.
Ambas partes tiene que ser conscientes de que si se les presenta esta situación, tendrán que actuar de una forma adecuada. Aunque parezca mentira, esto pasa más de lo que os pensáis porque así funciona la ley de la oferta y la demanda.
A veces uno no sabe valorar lo que tiene hasta que lo pierde o lo deja perder.